viernes, 13 de abril de 2012

LA EUSKADI TRANQUILA

Yo nací aquí. Y aunque para mí resulte una obviedad diré que nací aquí como podía haber nacido en cualquier otro lugar. No seré yo quien haga de un hecho casual y fortuito el centro de mi existencia. Eso se lo dejo a los salva-patrias de oficio, a quienes anteponen la patria, las banderas y los factores Rh, a la libertad y al individuo. A quienes les gusta marcar el territorio ,al igual que hacen los animales, porque al igual que ellos, piensan que de ello depende su supervivencia, los recursos que pueden tener a disposición y la reproducción de su especie única y genuina. A quienes les gusta trazar con una tiza los límites de mi libertad. Pero lo cierto es que yo nací aquí, en Euskadi. Aquí pasé los primeros años de mi vida, ajeno a la realidad, construyendo mis propios mundos como sólo los niños saben hacer. Y fueron pasando los años, la adolescencia, la juventud. Al principio llegué a pensar que   era el precio que tenía que pagar por haber nacido aquí. Quizás fuese por puro instinto de supervivencia, pero me tuve que adaptar a vivir en ese entorno. El ser humano es capaz de adaptarse a cualquier medio, por hostil que éste sea. Lo lleva en sus genes, y es la base de la teoría de la evolución. Pero nunca fue normal vivir así, por eso pronto me rebelé. No ha sido fácil haber vivido así. Aunque nos llegase a resultar extrañamente familiar, no era normal vivir en un escenario teñido de luto y sangre. De odios entre iguales, entre hermanos. Inmersos en una absurda, irracional y aberrante espiral de violencia. Varias generaciones enteras hemos vivido soportando la asfixia que emanaba de esa espiral. Han tenido que pasar tres décadas para conseguir parar esa bacanal. Esa barbarie. Esa orgía sanguinaria que nos ahogó nuestra libertad. Para dejar atrás esa horrible pesadilla y vislumbrar una nueva Euskadi. Una Euskadi tranquila En tres años se ha conseguido lo que no se había conseguido en treinta años de gobiernos anteriores, nacionalistas para más señas. Porque algunos se han dejado la piel para que nadie más se vuelva a dejar la vida. Y porque ha quedado claro y palpable que para poder salir de esa espiral, en primer lugar, había que proponérselo. Había que tener una verdadera e inequívoca voluntad política. Había que poner toda la “carne en el asador”, había que anteponer el todo a la parte. Sencillamente había que hacer lo que se ha hecho. Y treinta años de gobiernos nacionalistas han dejado al descubierto sus “vergüenzas”.Pero la historia ni olvida ni perdona. Y Patxi López quedará para siempre retratado como el “Lehendakari de la Paz”.Otros tuvieron treinta años para hacerlo y no lo hicieron. La historia los juzgará como se merecen.
Hoy miro los ojos de mi hija y sé ,que cuando termine de construir sus mundos de niña, podrá vivir en una sociedad en paz y en libertad.
¿Qué mayor legado les podemos dejar?.¿Cuán infinita es la deuda de gratitud contraída con quienes han hecho posible este anhelo, hasta hace poco inalcanzable?.Infinita será siempre la gratitud de Euskadi para quienes consiguieron salvarla de sí misma. Infinita será siempre mi gratitud. Y la de mis hijos. Y la de los hijos de mis hijos.


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