lunes, 3 de octubre de 2011

EL FLORERO DE RAJOY

Mariano Rajoy no tiene una flor en cierto incasto lugar, sino un florero. La suya es la historia de un personaje desdibujado, gris, sin carisma y que no entiende ni su propia letra. Es el caballero de la triste figura, que por una situación coyuntural adversa para una mayoría, tiene la opción de poder  proclamarse dentro de un mes y pico como presidente del Gobierno español, (si los españoles y españolas no lo remedian) “sin comerlo ni beberlo”, que diría un castizo.
Y todo esto sin que le haya hecho falta esforzarse lo más mínimo. Su futuro tan sólo depende de la derrota del adversario, no de su propia victoria. Sin haber tenido que elaborar un programa electoral, sin necesidad de que haya tenido que tomar una sola decisión sobre ningún tema transcendental para este país. Resumiendo: Sin que haya hecho en siete años nada de nada. Sería, desde luego, merecedor de la medalla de oro a la ley del mínimo esfuerzo.
Al igual que ese agente de bolsa, las desgracias de la mayoría son sus alegrías.Y también él siempre soñó con un escenario como el actual.
Pero por si todo esto fuera poco, Mariano podría ser el primer presidente del país que va a llegar al cargo con las manifestaciones contra su política ya hechas de antemano. Médicos, profesores, investigadores, personas dependientes y hasta ancianos, estarán ya cansados de manifestarse si pasa por primera vez por el arco de la puerta de la Moncloa, mientras él, se pasa las demandas de los ciudadanos/as por otro arco.
Y es que, siguiendo con su buena fortuna, a Mariano le están haciendo el “trabajo sucio” sus amigos “los mercados”, y por qué no decirlo hasta el mismísimo Gobierno, teniendo que tomar una serie de drásticas medidas en pro del bien general y en detrimento del suyo propio. Nunca antes, en la política española se visualizó tan nítidamente el sacrificio ofrecido por unos pocos para intentar lograr el beneficio de una mayoría. Nunca antes, en la política española, se vio mayor ingratitud de una mayoría, que parece haber perdido el juicio, tal vez fruto de la desesperación, y que ansía la llegada de un “Mesías” que les traiga la salvación y obre un milagro. Y el falso profeta, sabedor de las debilidades y de la codicia humana promete obrar el milagro del pan y los peces. Nunca dirá cómo lo hará, pero tampoco es necesario. Ya se sabe, que estas cosas son simple cuestión de fe.
Así que lo peor estaría aún por llegar: Como no ha tenido que hacer nada para poder optar a ser Presidente, podrá seguir en la más absoluta de las inacciones. La fe es ciega.

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